Un cementerio ubicado en las afueras de Barcelona, casi al final de la pequeña ciudad, pasando su zona industrial. Llegamos a un lugar que desde el comienzo sentimos desolado, vacío, abandonado: nos puso en un humor específico, sobrio y cortante. Entramos para encontrarnos entre texturas de concreto y tubos metálicos cruzados, poco a poco bajamos la rampa de acceso para encontrarnos entre paredes inclinadas con divisiones cuadradas con nombres y apellidos de familias completas. Exploramos el lugar, pero realmente ya casi sabíamos lo que encontraríamos: más de ese sentimiento de falta. El paisaje irregular dicta el cementerio y a sus visitantes: subimos por unas escaleras como saliendo de una tumba, todo en medio de naturaleza seca. Nos encontramos en una edificación para algún tipo de conmemoración o culto o algo, pero no sabemos qué porque sentimos el espacio tan irregular e inacabado que no lo entendimos. Las tres entradas de luz con ese módulo de nuevo -debe de significar algo- pensamos. Tal vez vinimos a una hora incorrecta, tal vez no deberíamos de estar aqui ahora, y es sólo cuando le pega el sol que se entiende lo que es realmente eso que vemos.
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