Loucos e Sonhadores

Nos vamos a tomar, nos vamos de fiesta, nos vamos a celebrar en un lugar que nos hace pensar. Conversaciones intensas que se dan gracias a nuestro entorno, o ¿será que nosotros hacemos que nuestro al rededor sea intenso, y gracias a eso nos sentimos con ganas de hablar de esa forma? Hablamos de la vida, hablamos de nuestros planes, hablamos de nuestro futuro. Ese tema ha estado muy presente últimamente, nuestro intercambio acabará pronto, algún día, y lo que pase después tiene que ser importante. ¿Para qué estamos aquí si no nos va a cambiar en algún aspecto? ¿si no nos va a definir de aquí para adelante? Lo que viene después toma un peso muy importante, y es un tema de conversación muy concurrente, hasta cotidiano. Pero los días nunca acaban como los esperarías, siempre acontece otro plan, nunca te imaginas que al despertar, lo que habías pensado de tu día, rara vez pasa. Creo que en la vida también aplica esa regla, nuestras situaciones cambian y nosotros nos tenemos que adaptar a ellas. Por eso, aquí en Lisboa, todos tienen una parte de Locos y Soñadores,  como el nombre de ese bar al que llegamos a tomar de una forma poco convencional para ser Bairro Alto, en el que comemos palomitas saladas sin preocupación, en el que pedir una botella de tequila ya es normal para nosotros, en el que las paredes nos hablan de los tantos momentos en los que podríamos estar, y en el que sabemos que el mismo dueño tiene anécdotas de viajante para contar, las mismas que nosotros intentamos crear, locos y soñadores.