terça-feira, 8 de novembro de 2011

quinta-feira, 3 de novembro de 2011

Foro Entre/ 2011

Oaxaca fue el lugar al que decidimos ir, que nos dio su cultura y su magia para aprender en experiencias, conferencias, actividades, visitas y talleres, y que finalmente se resumió en pasarla muy bien.
Nuestro Colectivo 954 del departamento de Arquitectura de la Ibero, al cual me uní desde el principio de este semestre, lleva trabajando durante un año para este evento: una semana que rompe con la vida de todos los quisieron asistir, en la que el ambiente estudiantil se explayó, y se volvió parte de una ciudad. El Foro Entre/ 2011 se planeó con la mente crítica: conferencias de artistas y arquitectos reconocidos mundialmente, que además de lo que tenían que decir, fueron puestos a la prueba de un público con ganas de preguntar y discutir, de participar y de hablar en "foro". Las sedes fueron las mejores, el gran Jardín Botánico, el impresionante Teatro Macedonio Alcalá, la intervención perfecta en CaSa San Agustín Etla, los patios relajantes del MUFI, y la Estación de Ferrocarriles.
El día se organizó para que los asistentes pudieran llenarlo con muchas actividades, a mi personalmente me encantó hacer mi propia playera en el taller de serigrafía, o conocer una casa/taller hecha con materiales como el papel típico oaxaqueño, o la visita a una obra de intervención del arquitecto Mauricio Rocha.
La semana fue un éxito, los participantes se la pasaron muy bien, y los conferencistas (algunos traídos de Chile, Alemania, o Inglaterra, además de México) conocieron o recordaron algo que vale la pena: Oaxaca y la vida estudiantil y alentadora. Yo creo que el logro se debió a que el Colectivo es un grupo increíble.
Las conferencias que trajimos interesaron mucho, y aunque no todos los asistentes estuvieran de acuerdo con algunos puntos de vista expuestos, se hizo pensar al público, y hacerlo manifestar lo que podría ser otra forma de ver la misma cosa.


Las cosas que se ven en Santo Domingo.



IAGO, en los talleres de la mañana.

El Teatro Macedonio Alcalá.

Male, Fer y yo.

Yo en la visita de obra del Convento de San Pablo

Yo en el MUFI


Pico de Orizaba

El fin de semana me fui a escalar el Pico de Orizaba: la montaña más alta en territorio mexicano. Llegamos al refugio de noche, ya habíamos subido como 4000 metros en una camioneta grande, ya nos encontrábamos en el punto de arranque para escalar lo que nos faltaba: otros 1500 metros verticales. Llegamos de noche, la montaña se levantaba en nosotros y nos exigía respeto, nos empujaba a sentir mareos y falta de aire, nos daba "mal de montaña", o "mal de altura". Yo sentí nauseas de inmediato, esa noche dormí con frío y angustia: ¿qué pasaría si no me terminaba de acoplar para el día siguiente empezar el ascenso?
Pasó la noche con muchas interrupciones, dormir en sleeping bags y un plástico debajo para que no se cuele el frío de la madera, no es tan cómodo. Despertamos a las 10 con la luz desde hace tiempo molestando, cocinamos nuestro desayuno, nos dimos cuenta de lo que teníamos al frente, siempre la duda en nuestra cabeza: ¿llegaré al final?
El mareo se me pasó, aún en la primera subida de reconocimiento me sentí bien: estaba aclimatado a la altura y al aire. El guía, el Chupes, nos daba confianza y nos preparaba para la noche, todas nuestras cosas tenían que estar listas para la subida, y nosotros bien alimentados con carbohidratos y proteínas. Llenamos nuestras mochilas con los crampones, aguas, barras de cereales, ropa extra, el piolet, y todo nuestro nerviosismo, venido con la creciente falta de luz que traía el atardecer. Hasta esos momentos no existían las horas, de ahí en adelante, eran contadas con sueño: teníamos que dormir.
Esa noche pasé menos frío, descansé lo que pude para despertar a la 1 de la mañana y prepararnos a oscuras para salir. Una escena como sacada de un libro: todos con su lámpara de minero sobre el casco, vestidos con chamarras gruesas y mochilas llenas, bajo un cielo impresionante. Estrellas por todos lados, varias estrellas fugases, negro puro que sólo se interrumpía por la silueta de la montaña encima. Me sentía como El Principito parado en los planetas, como si la corteza de la tierra fuera su final, y nuestro cielo, el universo. Comenzamos a subir en fila, el Chupes, el oso, yo, Rodolfo, mi hermano, y otro guía: rocas sueltas en una pendiente empinada. La noche era preciosa, por debajo del mar de nubes que habíamos dejado atrás cuando subimos al refugio, se veía una ciudad naranja como lava, luces poco definidas que se perdían en el contraste. Subimos hasta la parte donde comenzaba la nieve, el oso no aguantó más la presión atmosférica y bajó con uno de los guías. Quedamos 4 en total. Nos amarramos los crampones a las botas y subimos por los caminos de nieve conectados con una cuerda, el piolet serviría si alguno se caía. El amanecer dividió el cielo en noche y día: una línea de colores que marcaba el cambio perfecto y milagroso de un nuevo día. Llegamos al cono superior de la montaña. Aún faltaban 600 metros verticales para llegar, el día ya era definitivo. Subimos 200 metros más, pero los subí mal: me sentía mareado y me faltaba el aire más que antes. Decidí bajarme del cono para esperar en una isla de rocas en medio de la nieve a que subieran y bajaran los 3 restantes. Bajé amarrado del Chupes, los otros lo esperaron un poco. Llegué al punto de espera para estar solo y disfrutar lo que me faltaba de la aventura: observé lo que tenía delante de mi, disfruté mi tiempo como no lo había hecho hasta ese momento. Ahí me encontraba, a 5,100 metros de altura, viendo un paisaje que tal vez no vuelva a ver igual. Pensé en lo mucho que hay en el mundo, en México, pensé en muchas cosas y dormí. Fui despertado después de algún tiempo (cuánto??) por un amigo del Chupes. venía bajando y me ofreció bajar con él. Acepté, sólo porque sí. No íbamos amarrados uno del otro, pero estaba tranquilo, las presiones habían terminado. Tomé fotos, fui a mi ritmo, el guía al suyo. Estábamos cada uno en su caminata, sólo me marcó camino, y luego yo a él. Llegué al refugio, ahí estaba el oso un poco triste. "La cumbre no lo es todo" me habían dicho. Se lo repetí, y descansé un poco en lo que llegaban los otros. Esperé muy poco para verlos bajar, y después de limpiar y ordenar todo, nos subimos a la Jeep para regresar a casa.













terça-feira, 4 de outubro de 2011

Escenarios ancianos


C y D han estado casados casi 50 años. Su matrimonio aparenta ser sólido a los ojos de sus amigos y conocidos, pero realmente no lo es. Su flaqueza se debe a que C dejó de trabajar cuando sus dos hijos, ahora de 44 y 46 años, se adueñaron del negocio de producción de telas que C construyó para ellos. C y D están orgullosos de sus hijos, les han dado nietos y buen apoyo en su crecimiento. Un día normal para C tiene mucho tiempo libre. Nunca ha encontrado una actividad que lo apasione para ocupar su tiempo. De vez en cuando sale a caminar con el perro que le regaló su hijo, y le dedica la mañana entera en bañarlo y atenderlo. D lo observa al regresar del gimnasio. Se toma un baño largo y espera leyendo la visita de sus nietos, que van a su casa a comer casi diario: su hijo se quedó viudo y a veces no tiene tiempo para salir del trabajo.
Comen en familia y se relajan en la sala de televisión, atienden a sus nietos hasta que se van a hacer sus actividades. C y D apenas platican en todo el día, tienen una relación cada vez más aparente y sin sorpresas. Duermen en camas separadas desde hace 2 años, C patea mucho en las noches y ya no vale la pena luchar, ellos creen que es mejor dormir así, como dos niños en un cuarto compartido.

F es un hombre responsable. Desde la perdida de su esposa E, F trabaja y se concentra en las cosas pequeñas de la vida. Diariamente se para a las 5 am porque no puede dormir más. Ocupa ese tiempo para ver las noticias y planear su día. Sale de su cuarto con el pensamiento absorto en su hija: ¿habrá venido a dormir hoy? Ella tiene 42 años, y desde que falleció su madre, se ha incrementado su (ya de por sí desarrollada) seguridad de quedarse soltera por siempre. F piensa y en eso, la entiende pero no le gusta. Sabe que su hija ha sido responsable en su trabajo como planeadora de eventos, pero espera lo mismo de su vida privada. Hoy no llegó a dormir. F desayuna solo, lee el periódico y se va a la tienda donde trabaja. F vende coches en una agencia, cree que sabe tratar con los clientes, pero sabe que sus maneras ya han sido calificadas de “antiguas”.
F come con algunos compañeros de trabajo o se encuentra con amigos que viven cerca. Sale a las 6 pm. y llega a casa para ponerse al corriente con su hija. Al irse a dormir piensa en esos viajes anuales que hicieron tan feliz a la familia hace años, y que murieron cuando E lo hizo.

G y H se divorciaron. No resistieron más. Sus hijas gemelas dejaron de ser la unión aparente cuando se fueron a hacer la maestría a diferentes países. G fue el primero que lo dijo, y H lo aceptó. Decidieron que su vida juntos había terminado, y que ser libres de nuevo era la opción correcta. G tiene una novia y vive cerca de donde vivía con su ex esposa hace años. Trabaja en una empresa de lácteos y ha crecido dentro de la empresa, llegando a ser Director de un sector interno. Está feliz, cree que el divorcio fue complicado al principio, pero que lo cambió para bien. Regresa a casa para encontrarse con alguna sorpresa que le preparó su novia, su enamoramiento es nuevo e inesperado.
H vive con una de sus hijas en Europa. Se hacen compañía, ahora las dos están solteras. Su vida es diferente a lo que acostumbraba, se ha hecho más abierta y la relación con su hija es cada vez mejor. Con la otra hija casi no tiene contacto. Ella vive en otro lado, y se sintió mucho con los problemas del divorcio, por lo que se alejó de la familia y formó una nueva. H trata de contactarla seguido.

I es un hombre con ideas muy establecidas, algunos lo llaman “obsesivo”. A su pareja J le parece genial. Nunca se casaron porque I no cree en el matrimonio, le gusta ser libre, pero sabe que nunca quiere dejar a J. Aunque llevan una relación sana, cualquier persona podría sentir que J admira mucho a I, y que es un poco extraño verlos juntos. Aun así, la pareja maneja una vinícola a las afueras de la ciudad, y van juntos diariamente a desarrollar sus funciones, cada uno su parte. La vinícola la sienten casi como su casa de campo, se han apegado mucho a sus espacios y a la tranquilidad del campo. De regreso a la ciudad en las noches, salen con muchos grupos de amigos, siempre con ideas políticas y opiniones radicales sobre el país, o el mundo. Les encanta la valentía y la gran capacidad de expresión que les hace sentir el ambiente, sobretodo a I. 


quinta-feira, 15 de setembro de 2011

México

Increíble la vida en México. Me siento en todos lados y al mismo tiempo estancado. Estoy viviendo lo más que me permite la cotidianidad, pero lo poco que le robo lo agradezco. Mis días duran mucho, desde las 6:20 am hasta las 11 o 12 de la noche, y los disfruto por mis actividades y actitudes que tomo en cuanto a mi vida. He aprendido a ver bien todo: el tráfico me deja pensar mucho, la universidad acaba muy temprano siempre, y el trabajo lo llevo muy bien. Además de todo trabajo también en la Sociedad de Alumnos de mi carrera, y como Colectivo estamos organizando un Foro de arquitectura (www.foroentre.com) en Oaxaca, que da mucho que hacer, no solo deberes, sino fiestas y viajes a Oaxaca que resultan siempre en lo que uno menos espera. Oaxaca es una ciudad demasiado bonita y cultural, me encantan sus calles empedradas que siempre llegan a lugares abiertos perdidos por la ciudad, sus edificios pequeños que dejan sentir el sol a lo máximo, sus banquetas angostas que dejan una visión clara de perspectiva para reconocer plazas siempre enfatizadas con árboles, sus diversos museos y galerías o simplemente casas patio, que siempre esconden un ambiente totalmente distinto dentro, un ambiente fresco y cómodo. Oaxaca lo tiene todo, si no se quisiera hacer ese viaje pueblerino, también hay playas más en la costa, que a mi me gustan por la completa relajación de la ciudad, y porque son vírgenes y no se puede hacer nada más que observar el mar y estar en la arena.
El DF es chido también, salgo mucho y llevo una vida que me gustaría pensar equilibrada. Me gusta correr: me olvido de todo, pienso durante los kilómetros que escoja y no hay nada más que el camino y yo. Ahí no tengo que pensar en el camino correcto a la hora correcta para no estancarme y no llegar, ahí corro para no llegar a ningún lado, dar vueltas aparentemente inútiles. Volteo a la pista roja de Chapultepec y se simplifica todo, no pienso en lo que tengo que hacer, pienso en los kilómetros, en el tiempo, en lo que pienso de vida. Me gusta pensar en eso. Siempre decíamos Angélica y yo en Lisboa que no se puede estar solo más de unos días, que nos volveríamos locos, y más nosotros, pero ahora extraño ese tiempo. Ese tiempo se ha reducido a correr, y por eso es muy importante.


sábado, 6 de agosto de 2011

De vuelta a la ciudad

Ha pasado una semana que llegué a la gran gran Ciudad de México. El choque de la realidad es fuerte, la vida en Europa no se le parece nada a lo que aquí veo: personas, calles, edificios, tipologías, transportes, colores, clima, nubes, trabajos, coches, eventos, parques, plazas, sociedad, idioma, cultura, historia, tradiciones, comida, cotidianidad, cama, arte, alumbrados, tecnología, televisión, mercadotecnia, claxons, circulaciones, zonas, viviendas, fábricas, organización, empleo, libros, policías, productos, revistas, agua, ríos, traza, postres, tés y cafés, alcohol, costumbres, perros, muebles, vidas, movilidad, arquitectura, tamaño, condiciones, montañas, naturaleza, olores, plantas, cortes urbanos, horarios, y seguridad.
La seguridad ha sido una de las cosas que me ha puesto a pensar más. En Europa yo era mucho más libre y seguro conmigo mismo en las calles, yo vivía en las calles. Aquí nos hemos acostumbrado a bajar la voz cuando hablamos de esos temas que en estos momentos descomponen el país, sin saber quién está en la mesa de a un lado cuando salimos a algún lugar público. Me impresiona que aquí los planes dejaron de ser "vamos a vernos en el parque", o "vamos a caminar por tal barrio". Aquí decimos cosas como "vamos a tomar un café", y lo hacemos: salimos del espacio cerrado en el que nos encontrábamos, agarramos el coche, manejamos hacia un punto específico, y nos volvemos a encerrar en ese lugar que ofrece poco, pero al que acudimos regularmente. Es cierto, todo esto no es definitivo, tenemos mucho que conocer por la ciudad, tenemos Chapultepec, que a mi me encanta frecuentar, pero, ¿se puede luchar contra la inmersidad de lo que va a ser la vida durante los días normales, en los que ya se tenga trabajo y escuela como obligaciones, y en los que la ciudad nos va a dar sólo esa forma de vida que se lleva por sus condiciones antes mencionadas, sin tiempo para explorar y conocerla? Tal vez no me di a entender con esa pregunta, va de nuevo: ¿será que cuando tenga obligaciones la siguiente semana, voy a seguir disfrutando de todo lo que la ciudad tiene para ofrecerme, o solo será un espacio en el que vivo, en el que un fantasma de lugares y experiencias no vividas justifican y hacen que aguante la poca calidad de vida que se lleva en lo cotidiano? Lo que falta en esta ciudad es tiempo. Es tan grande que no hay tiempo. Somos tantos que no hay tiempo.
He estado luchando, aunque sea esta semana (por algo se empieza), por hacer actividades dentro de la ciudad, asistir a eventos, que aunque no tienen una importancia más allá del tiempo que se pasa dentro de ellos, hacen que la vida en la ciudad se haga menos tediosa, menos mundana. Me gusta estar aquí, pero tengo que ser activo en la ciudad para ser más feliz, no dejarme caer en la flojera de salir por el hecho de estar en mi casa, en mi ciudad, que se supone que ya conozco, aunque no sea cierto.
En México no cargo cámara (otra diferencia). ¿Por qué no estoy en busca de fotografías?

Exposición en Ex Teresa (foto de celular)

sábado, 30 de julho de 2011

Berlin

Una ciudad que lo tiene todo, tan diferente a todo lo que vi en Portugal! Desde los mails que planeaban mi llegada a casa de mi amigo que estaba ahí, diciendo las diferentes opciones y formas de llegar a su departamento, tomando lineas y salidas diferentes... Uno puede percibir la ciudad incluso antes de llegar, sin haber visto nada. Llegué con ganas conocer como estoy acostumbrado, caminando, y lo hice, durante todo mi viaje caminé, pero de una manera diferente a la que me había habituado: las distancias eran mucho más largas, las calles algo confusas y los trayectos muy interrumpidos de tantos edificios y curiosidades que me encontraba en el camino.
En Berlin hay una arquitectura horrible! Vidrio y acero al máximo, en rascacielos y edificios de cualquier tipo, con una exageración de materiales impresionante! Es cierto, no se puede generalizar en solo eso, hay mucho más que solo esa primera impresión: hay arquitectura vieja, hay arquitectura moderna increíble. Berlin es una ciudad con demasiada historia, y no es una historia como cualquiera, es una historia agresiva, abrupta y cortante, ¿cómo se traduciría en arquitectura si no así?
Desde el fin de la primera guerra mundial, pasando por la destrucción y construcción de edificios en la segunda, la división que generó el famoso muro, y finalmente su caída y renovación a la contemporánea ciudad que es hoy. Todo esto es importantísimo y se siente mucho en la ciudad, hay innumerables museos y paredes en medio de las calles que mencionan y repiten y añaden informaciones, sobre todo de esa transformación, no de la historia contada como tal. Cuánta transformación! Cuánta cultura que desencadenó esas acciones, y cuánta importancia para una sola ciudad.
Una cosa que me pareció increíble, es la organización de los edificios en las manzanas, como si fuera un tipo de plan Cerdá (en Barcelona), pero hecho en una escala de terrenos mayores, y con mucho verde en sus centros irregulares, porque su traza de plato roto no deja tener ese orden preciso que la ortogonalidad de Barcelona ofrece. Andar en bici es la opción, comprar una barata en el mercado de Mauer Park los domingos y disfrutar de los carriles y los semáforos hechos para ese tipo de vida. Yo no tuve tiempo de vivirla en la semana que visité, y además a mi me gusta caminar, percibo más las cosas, pero realmente la forma local es en dos ruedas. Algún día, en otra de esas vidas que me gustaría vivir...

Estadio Olimpico, construído durante el periodo de nazismo, como claramente lo muestra su arquitectura... 

Edificio de Viviendas en CheckPoint Charlie, de Rem Koolhas, cuando todavía existía el muro. 

Un edificio comiendose a otro...

La torre del Holocausto en el Museo Judio, de Daniel Libeskind, un espacio increíble, dentro de un museo que se planteó sensorialmente. Me gustaron muchos de los espacios que vi, y la idea general me pareció muy buena, pero también me parecieron arbitrarias muchas de las decisiones en el proyecto, aparte de que la exposición está muy aburrida.

Alexander Platz, una plaza que no acabé de entender. Nunca me supe orientar muy bien, el espacio es muy interrumpido, y uno pensaría que es fácil llegar a la torre más alta de Berlín, pero en realidad es confuso... Al menos para mí.

La Filarmónica, de Hans Scharoun

Nueva Galería Nacional, de Mies Van Der Rohe. Simplemente hermosa.


Multifamiliar de Le Corbusier.

Manzana en LutzowPlatz, con dos edificios de vivienda vistos desde su centro de manzana: Peter Cook (izquierda) y Mario Botta (derecha, en la esquina).

Edificio de Alvaro Siza, primer proyecto fuera de Portugal. Visto desde su centro de manzana.

La gran y maravillosa Torre Einstein, de Mendelshon, en Potsdam. Qué buena sensación me dio estando ahí! Un proyecto realmente pensado y con una plasticidad increíble.

Acerca de mim

Estudio Arquitectura en la Universidad Iberoamericana en México, ahora estoy aqui @Raptor2526

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